"Carta de Yago hacia los hombres", por Sofia Cuevas

                               Venecia, 1 de Noviembre 1603

Señores:

                 ¡Que condena la de vosotros! El creer en sus engañosas seducciones. "¡Maldición sobre ellas! Pero, ¿quiénes podéis negar su hermosura? ¡Y qué manos tan hábiles para lograr sus objetivos! ¡Que voz para la seducción! Son capaces de amansar las fieras ¡Que gracia, que ingenio!" (Otelo, Acto IV; escena primera); pero todo ello las hace mil veces peores.  Dicen ser fieles y puras, pero (revisar repeticiones de este conector) "fieles solo son las moscas que revolotean en un una carnicería. ¡Ojalá nunca hubierais brotado, plantas hermosísimas pero envenenadoras del sentido!" (Otelo, Acto IV; escena II).

¡Pero nosotros busquemos! Busquemos aquellas que sean maleables de estipulaciones (revisar el uso del término), elemento para beneficio vuestro y manténganse interrogantes entre ellas (revisar la coherencia de la frase). Debemos salir de marcha (revisar coherencia de la frase) derrochar amor a una y a miles más, disfrutar de diversos placeres y pasiones; pero tenéis (tengais) cuidado, que por más que muchas de ellas sean benignas de condición, saben distinguir lo dulce de lo amargo (¿Es parte de una cita? Indicar con comillas). Aquella "mujer carnal y lujuriosa tiene que ir al infierno, buscad astutamente entre vosotros medios de dar a muerte a tan hermosos demonios" (Otelo, Acto III; escena III).

                                                 Cordialmente, Yago