LA IMAGEN DE AQUELLA RUSIA Y AQUEL SEÑOR



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Título de la novela: El doble.
Autor: Fedor Dostoievski.
Editorial: Terramar.
Traducción: Rafael Cansinos Assens.
Fecha de publicación: 30 de enero de 1846 en la revista literaria Anales patrios. Posteriormente fue reeditada y republicada por Dostoyevski en 1866.
Alumna: Alison Caceres.
LA IMAGEN DE AQUELLA RUSIA Y AQUEL SEÑOR


El Doble de Fedor Dostoievski lejos se encuentra de ser una novela llana. Una compleja trama narra la vida estructurada de un funcionario público llamado Goliadkin que, golpeado por los acontecimientos ordinarios y otros extramundanos, gradualmente cambia su relación acostumbrada en el medio en que se encuentra.
La historia y la construcción del personaje principal avanzan junto al lector. El señor Yakov Petrovich Goliadkin, llamado «nuestro héroe», es perseguido por las presiones laborales que lo acechan y las que él se inventa. Experimenta momentos de estrés y nervios profundos. Él cree que la mayoría de sus compañeros de trabajo son sus enemigos, por lo que todo el tiempo piensa que en contra de él algo pensarán. A causa de esto, las relaciones que intenta establecer con los demás, manifestando falsa simpatía, terminan fracasando. La inseguridad para nada consciente y sus problemas mentales lo atraviesan durante toda la historia.
Por las calles de San Petersburgo se desplaza el ser de blanda conciencia y Rusia se muestra reducida de manera fascinante a largas calles, como la Perspectiva Nevski y la calle Schestilavotnaya que conducen a un mismo lugar, a saber: al lúgubre  departamento del señor Goliadkin; también a algunos lugares de comida, o la oficina, o a puentes como el Ismailov. Lo espacios concurridos por nuestro héroe tienen una tendencia a presentarse estrechos a pesar de ser vastos, puesto que quizá la cercanía lograda con el accionar de Goliadkin, reduzca, como él reduce su campo de atención, también el del lector.
Inquieta la forma en que se presentan los personajes, porque sus figuras resultan difusas y distantes. El frío de Rusia refleja la frialdad en los tratos de cada compañero del señor Goliadkin.
Constantemente ofendido, alerta, orgulloso, perturbado, intranquilo, nervioso, decoroso, sencillo, presuntuoso, altanero, humilde; en fin, en constante ambivalencia marean, a quien lee, sus cambios de ánimo y sus pensamientos rebuscados sin filtro, como si fuesen agujas finas, largas y frías que se clavan en la mente del lector. 
La subjetividad del inconsciente de Goliadkin se manifiesta directamente mientras que un rasgo de la persona existente acompaña en todo momento la densidad de la historia; aquél es el deseo de permanencia de la propia identidad, única e irrepetible. Es por esto que tanto intenta cuidar su puesto de trabajo, su posición social, la elección de sus palabras, su lenguaje corporal y todo devenir de su ser.
En la narración jamás se menciona directamente que el señor Goliadkin sufre de un problema mental; sin embargo, la visita que realiza al doctor Krestian Ivánovich, los comportamientos y confusiones morales que sí se advierten, dan lugar a intuirlo.
Tras una serie de desventuras al contacto con sus compañeros de trabajo, unos cambios espaciales durante poco tiempo y la incomprensión de la realidad dejan expuesto al personaje principal a una suerte de pensamientos desordenados y sensaciones de angustia, miedo y vergüenza de ser él. Es así como el autor ambienta perfectamente el clima y la imagen que construye de Rusia a la presencia de Goliadkin. Mucha nieve, mucho frío, la exposición en la noche, el arrojado paso sin rumbo entre el puente Ismailov y los faroles de luz amarilla. También relaja y agrada la compañía de elementos que combinados se perciben coherentes o como un «sí, así es». La conciencia se siente cómoda entre las imágenes que se crean durante el viaje que se hace al leer; pero también se alborota y experimenta cierto escozor, pues genera pena la misma pena del desdichado Goliadka, del pobretón Goliadkin.
La aparición de su doble en el puente Ismailov y en su vida, lo que él identifica como el ser que arrebató su identidad, lo condena a una interminable lucha contra el sujeto que tiene su mismo nombre, lugar de origen y apariencia.
Este es el punto de mayor tensión en la novela. Se desenvuelve un sin fin de persecuciones del señor Goliadkin, el verdadero, al señor Goliadkin menor o junior, puesto que este último gana con mayor facilidad la simpatía de los demás y simula ser un hombre correcto, que desde la perspectiva de Goliadkin, es un canalla hipócrita que debe desenmascarar para construirse, amigable, nuevamente a él en sociedad. Por otro lado, dos dimensiones se presentan: una pseudo-realidad y una pseudo-irrealidad que son difíciles de distinguir, puesto que se narra a momentos la percepción del personaje principal que abstrae del medio estando seguro de que aquello ha sucedido, como también lo hace estando inseguro.
Pienso que la presentación del conflicto puede ser una gran metáfora exaltada para reflejar el poder de la organización capitalista en la cultura y cómo atraviesa la identidad de las personas, poniendo en duda los cimientos de la eticidad edificada.
El doble del señor Goliadkin bien podría ser hijo de su problema mental, él mismo reflejando lo que cree que debería y que quisiera ser. De aquí la lucha por conquistarse y recuperarse después de haberse perdido. O bien podría ser alguien real y que la envidia del señor Goliadkin lo construye. Cualquiera sea la interesante interpretación hecha, da cuenta de una misma cosa: la lucha de poder entre dos posiciones contrarias en orden a enarbolar una sola identidad. 
Está de más aclarar que el tiempo de lectura me ha limitado a hacer este breve análisis y circunscripta crítica. Confieso que me agradaría releer la obra, puesto que algo seguro pasó inadvertidamente por mi conciencia; desde las metáforas, hasta los lugares descritos con pormenores. Más allá de lo faltante, lo presente, cerca está de gustar a quienes le fascina lo complejo, la temporalidad ordenada, la información fresca y actualizada en cada palabra y el sonido del nombre de algún ruso.

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